eXTReMe Tracker

martes, febrero 28, 2006

Toc toc

No tranquilos, que no voy a contar uno de esos chistes cortos y malos. Nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que después de echar un buen vistazo a mi blog, he visto que no hay ni un comentario desde hace más o menos una semana y uno empieza a pensar si está escribiendo para alguien o si, por el contrario, esto no lo lee absolutamente nadie.

Bueno, como ya habréis imaginado, lo único que pido es que los que leáis habitualmente estas líneas (si alguno hay), dejéis un comentario de vez en cuando. No es que os pida vuestra vida y milagros, me basta con un simple "¡eh tú!" o cualquier tontería.

Sé que podría poner un contador de visitas y salir de dudas más fácilmente, pero también me parece una forma bastante más fría e impersonal de hacer las cosas. Siempre es más bonito recibir un saludo que un número más en un contador.

Pues nada más, eso es todo por hoy. Es un poco tarde y creo que es hora de que me vaya a la cama.

sábado, febrero 25, 2006

Nuevos intentos

No cejo en mi empeño de dar a conocer mi obra, así que esta semana he lanzado al mundo cruel a tres de mis "niños".

El primero es un relato corto, escrito expresamente para el concurso al que ha sido presentado. Nunca he sido muy amigo de escribir algo expresamente para un concurso, pero el tema (relatos cortos de género negro) me resultó muy atractivo. A lo largo de los años que llevo escribiendo, he escrito un par de veces con la idea de presentar lo escrito a un concurso concreto, y nunca me he sentido muy a gusto con el resultado, aunque no por no haber ganado. En todos los casos sentí que los textos salían demasiado forzados, y nunca me sentí muy orgulloso de ellos. Parece que esta vez la cosa ha salido un poco mejor, aunque sigue sin gustarme escribir así, como si fuera por obligación. Supongo que el hecho de que la temática fuera atractiva, ayudó a que el texto fuera de mayor calidad.

El segundo texto es la primera novela que escribí, hace casi cuatro años. Aunque pueda parecer raro, de todos mis textos, es el que menos se ha movido, a pesar de ser el más veterano. Es una novela muy larga (el manuscrito ocupa más de quinientos folios a doble espacio) y no es fácil de publicar, sobre todo para alguien sin experiencia previa. Por esa razón, sólo la han visto en un par de editoriales y en un concurso, justo al que la acabo de presentar. Espero que el jurado no se aburra antes de terminar de leerla. Es una novela de intriga y aventura (lo que en el cine llamarían un "thriller") con ciertos toques fantásticos.

Y para terminar, he presentado otra novela, esta vez más corta, a una editorial. Es una de las dos editoriales que leyeron mi primera novela en su momento y, aunque no la aceptaron, me dieron "buenas vibraciones". Fueron muy amables y me dijeron que la novela no encajaba dentro de su línea editorial, pero que no dejara de enviarles otros textos que tuviera. Sé que en muchos casos, esa es la respuesta estándar y que luego en realidad no te hacen caso, pero he de reconocer que me gustó la editorial. Su filosofía era interesante y se molestaron en contestar, cosa que se agradece mucho. Tardaron entre dos y tres meses en responder, lo que más o menos se acerca a lo que se podría denominar como un "periodo aceptable". Sólo espero que esta novela les resulte más atractiva. Es más corta y creo que tiene la suficiente calidad, aunque esto último sólo lo pueden corroborar de momento dos amigos que la han leído. Tiempo al tiempo. Por cierto, también es una novela de intriga, con todos sus misterios y asesinatos incluidos.

Pues bueno, eso eso eso, eso es todo amigos.

jueves, febrero 23, 2006

Otro relato más

Después de unos días sin escribir nada, hoy me ha apetecido añadir un nuevo relato, que al mismo tiempo he incluido también en el portal yoescribo.com.

En este caso, se trata de un pequeño relato de humor negro (o negruzco, depende de opiniones) de 3 páginas que escribí hace un par de años. Durante unos pocos meses, estuvo disponible en otro portal literario (cuyo nombre no quiero citar, para no tener que ponerles a bajar de un burro) del que sus responsables lo eliminaron sin previo aviso y sin darme una explicación, a pesar de que varios usuarios de dicho portal me habían felicitado por él.

Pues nada, aquí os dejo este texto, del que siempre me he sentido especialmente orgulloso. Como curiosidad (y sin ánimo de echarme flores) os diré que la idea se me ocurrió en unos minutos, lo redacté en una hora, y lo corregí en media. Puedo aseguraros que fueron dos horas muy productivas (tranquilos, no lo escribí y corregí el mismo día).




ODIO TAIWAN

Odio Taiwan. Y bien, ¿no vas a preguntar por qué? No te preocupes, que yo mismo te lo cuento. Supongo que también te preguntarás qué puede contarte este viejo andrajoso que te habla, pero has de saber que yo antes no era así.

Hace muchos años, yo era uno de los más importantes empresarios circenses de este país y, junto con mi hermano Juan, dirigía el circo de los hermanos Benítez, que siempre había sido famoso por sus entretenidos y sorprendentes números con animales. No éramos los más grandes ni los más espectaculares, pero teníamos nuestro público fiel. Hasta el día en el que todo se fue al garete. En realidad, todo empezó un par de meses antes, por lo que comenzaré desde el principio.

Era un día cualquiera, sin nada especial. La temporada de verano había terminado un mes antes y yo estaba de viaje buscando sitios donde actuar desde la primavera siguiente. La campaña veraniega no había sido especialmente benévola, por lo que iba en tren para ahorrar algo de dinero. Aquel día, durante mi enésimo viaje, vi como se acercaba hacia mí uno de esos gitanos que pueden intentar venderte desde un paquete de pañuelos de papel hasta el último número de Playboy. Mi intención inicial era ignorarle, pero hizo algo que provocó que cambiara de opinión de forma radical. Se paró ante mí y, sin darme tiempo a decir que no quería nada, me dijo que veía en mis ojos que trabajaba en un circo y que tenía algo que podía interesarme y que nadie antes había visto.

La sorpresa me dejó mudo y no pude más que observar con rostro anonadado mientras el gitano colocaba junto a mí una vieja caja de puros. Sacó de ella una diminuta pizarra, y tras ella salió lo que parecía ser uno de esos hámsters que pasan la vida dando vueltas como tontos dentro de una rueda y que tanto gustan a los niños. Sin que el gitano dijera nada, el hámster se irguió sobre sus patas traseras y pude ver que sujetaba una diminuta tiza con las delanteras. El animal se acercó a la pizarra y empezó a escribir "Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela", momento en el cual dije sin pensar que lo quería. Esto supuso una ardua negociación, pero al final conseguí llegar a un precio que consideraba justo y me quedé con tan sorprendente animal.

El hámster fue la mejor tarjeta de visita que tuve durante todo el invierno, y conseguí más contratos que nunca, algunos incluso en lugares que hasta entonces habían sido feudo exclusivo de circos más grandes. La fama de mi nueva adquisición corrió rápidamente como un reguero de pólvora, tanto que incluso firmé un contrato con la televisión para que emitiesen en directo nuestra primera actuación del verano. Iba a ser nuestro gran salto a la fama nacional y la oportunidad para hacer más grande nuestro humilde circo.

Y llegó el gran día. Todo estaba yendo como la seda e incluso parecía como si los animales se encontrasen más receptivos que nunca. Y por fin, el número final, el ratón que escribía en una pizarra.

Yo mismo saqué al hámster al escenario en la misma caja en que lo había adquirido y, tras abrirla, coloqué la pizarra. Me alejé y el hámster comenzó el ritual de costumbre, que ya habíamos ensayado otras veces, y, tras levantarse sobre las patas traseras, se acercó a la pizarra sosteniendo la tiza. Pero justo cuando parecía que iba a empezar a escribir, se paró sin más y cayó redondo al suelo, sin soltar la tiza. Me acerqué al escenario a toda prisa al tiempo que un cámara de televisión corría a mi lado. Y en mala hora había aceptado la presencia de cámaras de televisión. El cámara no pudo más que grabar mi cara de sorpresa y perplejidad, después de descubrir conmigo y con toda España que en la tripa de mi preciado animal se podía leer "Made in Taiwan".

Mi mundo y mi negocio se me vinieron encima y, tras pagar todas mis deudas, acabé como ahora me ves. Ahora ya sabes por qué Odio Taiwan

FIN

lunes, febrero 20, 2006

¿Otro artículo en el mismo día?

Pues sí, otro.

He estado dando vueltas al blog, lo que hago y mis intentos por publicar y he decidido que es una tontería firmar este blog con un seudómino. Por eso, desde ahora mismo, mi perfil contiene mi nombre completo, para que quien me conozca pueda exclamar aquello de "mira tú quién era" y quien no me conozca, sepa quién soy.

Además, quien lea esto debe saber también que ya hay algo mío publicado, aunque sea sólo en Internet. Además de la historia que incluí aquí hace unos días, que está en proceso de maquetación, es posible encontrar una novela corta mía, de género negro, en el portal literario de http://www.yoescribo.com. Sólo son cuarenta páginas, así que no hay excusas para no leerla. Y aparte de eso, espero que todo aquel que lea estas líneas hable a sus amigos, enemigos, familiares y conocidos de ambas historias. Si he decidido salir del anonimato es también porque espero recibir muchas críticas, tanto si son buenas como si son para despellejarme.

Para los que os sintáis vagos como para acudir a yoescribo.com y buscar mi nombre, aquí os dejo un enlace directo:

http://www.yoescribo.com/publica/comunidad/autor.aspx?cod=34082

P.D.:Lo de poner una foto en el perfil, no me lo planteo de momento. Quiero que la gente lea lo que escribo, pero sin asustarla.

Toca defenderse

El título se explica bastante bien, toca defenderse. Pero no me refiero a que vaya a insistir en lo mucho que valgo y lo mucho que valen mis obras, sino que me apetece reivindicar a todos aquellos escritores que alguna vez se han sentido atraídos por los "cantos de sirena" de algunas editoriales que les han vendido el oro y el moro, para luego intentar cobrarles por editar sus obras, como si fueran simples imprentas de esas que maquetan libros como churros.

Esto viene provocado porque ayer, mientras navegaba un rato, encontré un par de blogs que hablaban de la mala experiencia que sus autoras habían tenido con una editorial, Entrelíneas Editores, que les había vendido que era una editorial seria para después intentar colarles un contrato de autoedición. La lectura de ambas historias me trajo muchos recuerdos, ya que cuando terminé mi primera novela, yo también piqué y envié el manuscrito a la citada editorial, que ofrecía una lectura en treinta días (más tarde supe que cualquier editorial mínimamente seria suele tardar del orden de tres o más meses en evaluar un manuscrito) y asesoramiento gratuito y sin compromiso.

Leyendo las historias de otra gente que picó con esa editorial, he de admitir que tuve suerte. Hay personas a las que les han dorado la píldora, les han jurado y perjurado que el contrato no iba a ser de autoedición y al final, les han hecho ir hasta Madrid (con los consiguientes gastos y molestias) para acabar poniendo ante ellos un contrato de autoedición. En mi caso, me respondieron a los veinticinco días con una carta en la que ensalzaban mi obra y un contrato en el que me pedían 4000 € y pico por una tirada de 300 ejemplares. Vamos, que yo corría con todos los gastos, hacían una mierda de tirada, y se limitaban a hacer una presentación. Y nada más.

Pues nada, que al final me he sentido reivindicativo y quiero romper una lanza en favor de quienes apuestan por la gente nueva sin sacarle los cuartos. Por desgracia, yo aún tengo que encontrar a alguien así, pero procuro no volverme loco.

Sé que hay autores que habrán publicado con esa editorial y habrán pagado sin importarles, y que se sentirán orgullosos de ello. Quiero que sepáis, seáis quienes seáis, que esto no es un artículo en vuestra contra (cada uno es libre de hacer lo que quiera con su dinero), sino en contra de unos chupasangres que juegan con la ilusión de gente que, en muchos casos sin apoyo y casi sin medios, vuelcan todo su talento y esperanzas en una historia que quieren compartir con el mundo. Yo no puedo, a día de hoy, prescindir tan alegremente de 4000 €, pero ahora que he visto cómo las gastan, es ya una cuestión de principios, y ahora ni teniendo ese dinero accedería a publicar con Entrelíneas Editores.

Pero lo más sangrante de estas historias y lo que más me enerva es que en la web de la citada editorial, se puede acceder a un decálogo sobre qué hacer para que no te engañen cuando quieres publicar. En dicho decálogo, hacen especial hincapié en que hay que huir de los contratos de autoedición. La hipocresía llevada al extremo.

Aquí os dejo sendos enlaces a los artículos que he mencionado:

http://antoniaromero.blogspot.com/2005_11_01_antoniaromero_archive.html

http://monicagutierrez.blogspot.com/2005/12/entrelineas-editores.html

sábado, febrero 18, 2006

No hay mucho que contar

Hoy no tengo mucho que contar (no todos los días puede uno tener un artículo que escribir), pero he querido pasar a saludar, mientras descanso un rato de la escritura. En vista de que veo que sí hay alguien leyendo esto, es posible que incluya más relatos cortos en el futuro. Actualmente, todos los que he escrito están pendientes de fallo en algún concurso y estoy centrado en escribir una nueva novela, así que tal vez tarde un poco. Suelo escribir relatos cortos cuando quiero descansar de uno más largo, pero en estos momentos estoy en las primeras páginas de una nueva novela, sentando las bases de la historia y los personajes, por lo que estoy especialmente concentrado.

Por lo demás, nada que contar. Escribiré unas horas más, cenaré algo rápido y me iré a disfrutar del sábado noche con mis amigos. Y mañana será otro día.

viernes, febrero 17, 2006

Lo prometido es deuda

Como dije ayer mismo, hoy voy a incluir en este blog uno de mis relatos. Este en concreto fue presentado hace unos meses a un premio literario, pero no ganó nada. Espero que a vosotros os guste un poco más. Por lo demás, hoy no tengo mucho más que contar. Es viernes y el cansancio de la semana empieza a hacer mella en mí. Espero que lo leáis muchos, ya que hace ya un par de días que no veo ningún comentario nuevo y empiezo a temer que sea el único que está leyendo el blog.

Ahí va la historia


SOÑAR DESPIERTO

Otra vez lo estaba haciendo. De nuevo se encontraba en uno de sus habituales episodios de ensoñación. Se suponía que Alfredo Martín se encontraba en la universidad en plena clase de física aplicada, pero, a pesar de que su cuerpo se encontraba realmente allí, su mente se encontraba definitivamente en otro sitio. Soñar despierto era, como solía decir siempre su madre, uno de sus hábitos más deplorables, adjetivo este que Alfredo consideraba excesivamente exagerado para definir una actividad tan sumamente placentera.

Alfredo había sido un soñador desde que había tenido uso de razón. Solía mantenerse quieto durante largos periodos de tiempo mirando al vacío como si no tuviese nada ni nadie alrededor. También había sido escritor aficionado casi desde el momento en que había sido capaz de sostener un lápiz, y soñar despierto era la manera más habitual en que se inspiraba. Nunca había publicado nada y no estaba seguro de querer hacerlo, pero por otro lado le encantaba soñar despierto y las historias que así se le ocurrían. Por lo general, solía acabar por olvidar la mayoría de esos sueños, pero algunos habían llegado a convertirse en relatos cortos bastante notables que bien podrían haber sido publicados.

Durante sus sueños, Alfredo tendía a verse a sí mismo como un héroe todopoderoso sin ningún punto débil, precisamente el tipo de héroe que aparecería montado sobre un caballo blanco para salvar a la atribulada princesa cautiva. En los sueños él era siempre un tipo bien parecido, humilde, y fuerte, muy fuerte. Habitualmente, solía soñar con alguna mujer que le atraía y que siempre parecía encontrarse en algún tipo de dificultad. No aparecían dragones que capturaban hermosas y jóvenes princesas, pero siempre había algún peligro que él podía superar.

Soñar despierto solía ocupar casi todo el tiempo de Alfredo, y a veces incluso el que debería dedicar a dormir. Aunque los sueños nocturnos eran también algo muy placentero, siempre había preferido soñar despierto. Se sentía más seguro así, sabiendo que podía controlar el sueño e incluso encaminarlo en la dirección que él quería, lo cual había sido siempre el detalle más positivo. No le gustaba la sensación de verse a sí mismo dentro de un sueño que no podía controlar y, durante los últimos años, había reducido sus horas de sueño a tres o cuatro por noche. Solía tener aspecto cansado y adormilado durante todo el día y su madre no dejaba de decirle que debería echarse una siesta, pero él simplemente no se preocupaba por eso. La fatiga era ya algo familiar con lo que había aprendido a vivir, por lo que suponía que podría seguir así por muchos años. Pasaba casi todos los días simplemente sobreviviendo, y sus sueños eran una gran ayuda para conseguirlo. Sólo pensaba en vivir sin problemas ni preocupaciones, acabar la universidad — que había sido una imposición de sus padres — y tal vez, en un futuro cercano, ganarse la vida convirtiendo sus sueños en exitosas novelas o al menos relatos cortos.

Y ahí estaba de nuevo. Otro día en la universidad y otro día en su propio mundo. Desde el primer día en la universidad, Alfredo siempre había llevado consigo a clase una pequeña grabadora digital que le permitía centrarse en sus sueños, al tiempo que ella trabajaba por su cuenta. Las clases de la universidad le resultaban muy aburridas, razón por la cual Alfredo solía pasar la mayor parte del tiempo soñando nuevas historias, tanto si era para guardarlas como si iban a ser tan efímeras como de costumbre. A veces, llegaba incluso a escribir algunas ideas sacadas de los sueños, pero la mayor parte del tiempo se limitaba a permanecer sentado con la mirada fija en el profesor como si le estuviese prestando atención. Era una atención fingida, pero realmente Alfredo era muy bueno fingiendo, sobre todo teniendo en cuenta que jamás había recibido una queja de sus profesores.

Era su último año en la universidad, así que Alfredo había empezado a tomar en consideración la posibilidad de escribir una novela basada en los sueños que había imaginado durante los últimos días. Había creado un personaje sin nombre que estaba recibiendo algún tipo de tratamiento psiquiátrico y había imaginado un problema de múltiple personalidad que le resultaba muy interesante, ya que un personaje como ese podría dar mucho juego y, sobre todo, ser totalmente impredecible. Aún le quedaban tres horas de clase ese día, por lo que Alfredo pensó que podría llegar a escribir unos cuantos buenos pasajes si era capaz de concentrarse en ello. La pequeña y siempre útil grabadora digital estaba ya trabajando y tenía una memoria con capacidad para más de tres horas, así que Alfredo se olvidó de la física aplicada, cogió un lápiz y empezó a escribir en un pequeño cuaderno mientras el relato fluía en su mente. Las palabras acudían a su cabeza cada vez con más facilidad y justo cuando creía que iba a ser capaz de escribir todo un capítulo, sucedió algo inesperado. Tras casi una hora de escribir mientras soñaba despierto, Alfredo sintió una mano en su hombro derecho. Supuso que sólo podía ser una de las manos del profesor, por lo que decidió dejar de escribir y levantó la mirada mientras se preparaba para lo que pudiera ocurrir.

— ¿Otra vez soñando despierto? — preguntó el profesor — ¿y qué personalidad ha sido esta vez?

Alfredo levantó la cabeza y con gran sorpresa se dio cuenta de que ya no estaba en la universidad. Se encontraba en lo que parecía ser la consulta de un médico que, aunque le resultaba muy familiar, no era capaz de identificar.

― Tienes que poner más de tu parte si quieres recuperarte, David ― dijo el doctor ― Si quieres mantener la cordura, es crucial que intentes diferenciar entre la realidad y tus sueños ―. El médico encendió un cigarrillo y continuó hablando ― Por el brillo de tus ojos, me apostaría un millón de euros a que era Alfredo quien estaba contigo esta vez. Tienes que olvidar a Alfredo, David. No te está haciendo nada bueno y pronto no serás capaz de regresar de tus sueños y ser tú mismo otra vez. Esta vez te ha llevado casi una hora regresar a la realidad, y eso es algo que debe cambiar.

― David, sí, soy David, David Robles, ¿qué coño ha pasado aquí?

― Nada, David, nada. Me temo que vamos a tener que vernos muchas veces en el futuro ― Una campana sonó justo en ese momento ―. Bien David, parece que nos hemos vuelto a quedar sin tiempo otra vez. Te veré de nuevo el miércoles a la misma hora y, por favor, trata de ser tú mismo esa vez.

FIN




jueves, febrero 16, 2006

Motivaciones

Hoy es uno de esos días en los que realmente sueño con ser un famoso escritor de prestigio, pero, como quiero dan a entender con el título, tengo mis motivaciones.

La principal es que estoy hasta las narices (por no nombrar otras partes de mi anatomía) de trabajar. En muchos artículos destinados a escritores o a quien tratan de serlo, hay un consejo que se repite: "Nunca dejes tu trabajo, que la literatura no da para comer", pero he de reconocer que a veces me entran ganas de pasar de todo y dedicarme sólo a escribir.

Para que os hagáis una idea, mi puesto de trabajo es el que se podría denominar como "panchito", es decir, aquel que siempre acaba metiendo horas extras porque alguien por encima de él (y que siempre cobra más) ha metido la pata hasta el fondo. Por cierto, trabajo como informático, concretamente como programador de aplicaciones y páginas web.

En el caso de hoy, la culpa ha sido, como muchas otras veces, de un comercial de esos que venderían a su madre por ganar un cliente. El "entrañable" personaje vendió que podía acabar unas modificaciones de una página del cliente en dos días, si ni siquiera consultármelo primero. Era un cliente muy importante (por razones obvias, omitiré el nombre), pero como pasa siempre con los comerciales cuando se bajan los pantalones ante un cliente, el culo que ponen no es el suyo, sino el del "panchito" de turno. Total, que la cosa se traduce en tres horas extras para mi menda, una comisión para el comercial, y para mí, la misma mierda de sueldo de todos los meses.

Para los que os encontréis en una situación similar, os recomiendo que, si queréis reíros un poco de vosotros mismos, le echéis un vistazo a "Fuckowski, memorias de un ingeniero", novela de un novato con gran imaginación, llamado Alfredo de Hoces. Está disponible en formato electrónico o papel en el portal literario de http://www.yoescribo.com, aunque también podéis obtenerla autografiada desde la página del autor, en http://www.despacho101.com. A los que no hayáis trabajado en empresas de informática, tal vez algún concepto os suene a chino, pero es un libro muy recomendable para que nos entendáis a los pobres esclavos de la tecla. Por cierto, ni me gano comisión por el libro ni por dirigir a gente a yoescribo.com, simplemente me parece que el libro merece la pena, y es una pena (valga la redundancia) que un libro como ese no se encuentre en librerías.

P.D.: Para los que aún podáis pensar que realmente no escrito nada en mi vida, aparte de tres entradas en este blog, mañana subiré un pequeño relato que escribí hace tiempo. No es muy largo, y espero que os guste. Pero eso será mañana, que ahora me voy a escribir un rato algo más de mi octava novela.

miércoles, febrero 15, 2006

Cuando sangran los oídos

¿Alguna vez os han dolido tanto los oídos que pensabais que iban a empezar a sangrar? Pues así fue cómo me sentí ayer mismo por la noche.

Estaba yo tranquilo en la sala de mi casa, con mi portátil, repasando una historia que planeo presentar a un concurso, cuando se me ocurrió poner la televisión, más que nada para que hiciera algo de ruido (vivir solo es lo que tiene, que a veces necesitas un poco de ruido a tu alrededor) , cuando un estridente sonido se coló en mis oídos.

Tengo una televisión de esas que cuando las enciendes, pasan automáticamente al último canal que estuviste viendo, así que anoche se encendió en Antena 3, donde emitían un infame ¿concurso? de canto para famosetes. En mi vida había visto a tan poca gente destrozar tantas canciones (y tímpanos del respetable) en tan poco tiempo.

No acostumbro a ver habitualmente ninguno de los dos programas, pero no tardé mucho en notar cierto tufillo a imitación del "Mira quién baila" de TVE. De hecho, creo que el programa de Antena 3 debería llamarse "Mira quién desafina" o "Mira quién te destroza los tímpanos". No es que uno sea un gran experto en temas televisivos (de hecho, cada vez veo menos la tele), pero no auguro un gran futuro para un programa en el que un puñado de "famosetes" destrozan las canciones preferidas del gran público. Tal vez mejorase un poco si, como ya hiciera TVE en su día con "El semáforo", dejaran que el público lanzara lechugas y tomates al famoso de turno. Seguro que acabarían desbordados por las solicitudes para acudir como público al programa. Es más, seguro que hasta mejoraría la situación de la agricultura española.

Ni que decir tiene que, tras aguantar a duras penas una canción para por lo menos poder decir que he visto el programa cinco minutos, pasé de televisión y opté por la música para crear ambiente.

Por cierto, la historia ya está terminada y lista para imprimirse, enviarse y ¿triunfar? Si gano algo, este blog será el primer sitio en el que se publique, o al menos lo intentaré.

martes, febrero 14, 2006

Bienvenido

Bienvenido a mi blog. Si has leído la descripción (ay de ti como no lo hayas hecho) sabrás ya que soy (o me gusta pensar que lo soy) escritor. Pero bueno, de momento no busques mis novelas en la librería de tu barrio (y menos aún en las de las grandes superficies o en la Casa del Libro), ya que todavía no he publicado nada. Llevo casi cuatro años escribiendo, desde que me decidí a hacerlo tras llevar años pensando en ello, y he escrito siete novelas y una colección de historias cortas que considero como mi octava novela.

Prácticamente desde que terminé mi primera novela, he tratato de colarme en el mundillo editorial, tanto por medio de premios literarios, como contactando directamente con editoriales y agentes literarios. El caso es que, a día de hoy, aún estoy esperando respuesta de algunos de ellos. En otros casos, he ido recibiendo cartas (o e-mails) de rechazo más o menos amables, pero sigo sin conseguir nada. Sigo soñando con que algún día conseguiré publicar algo y no desespero, pero a veces uno siente la necesidad de desahogarse con alguien que pueda entenderle. Mis amigos son geniales, pero ninguno de ellos entiende qué es eso de que te guste más escribir que ver la televisión, jugar con un ordenador (y eso que me encanta) o hacer sudokus de esos.

Antes de que los puristas literarios se me echen al cuello diciendo que seguramente seré uno de esos "escritorzuelos" que sólo piensan en publicar, ganar mucho dinero y ser el nuevo Dan Brown, diré que casi tienen razón. No voy a negar que he pensado muchas veces en esa posibilidad (uno tiene una hipoteca que pagar), pero creo que alguien que ha escrito a razón de dos novelas por año en los últimos cuatro años, no ha publicado nada, y a pesar de todo, no ha dejado de escribir, ha demostrado ya que no es un simpe oportunista, ¿no?

Pues bueno, ahí queda eso. En el futuro, tal vez incluso me anime a publicar aquí alguna de mis historias cortas.